Factores extralingüísticos que influyen en la adquisición de una L2 en adultos (Parte1)
Factores
extralingüísticos que influyen en la adquisición de una L2 en adultos
Luis A. Castro Gavelán
RESUMEN:
La
importancia e influencia de los factores extralingüísticos en la adquisición de
una segunda lengua es materia de estudio y reconocimiento en recientes
investigaciones. Muchas veces los profesores reconocen que los materiales
educativos y las estrategias que utilizan dentro del aula no tienen los efectos
deseados cuando el estudiante carece de actitud o tiene un estado de ánimo que
necesita ser estimulado. En este artículo hacemos un análisis de los factores
externos a la lengua que pueden favorecer o dificultar un proceso de
aprendizaje. Una encuesta a profesores y estudiantes que enseñan o aprenden
idiomas en Washington DC. nos abren luces sobre este tema.
PALABRAS CLAVE:
Factores
extralingüísticos, variables afectivas, factores cognitivos, factores
afectivos, factores externos para aprender idiomas, empatía, motivación, enseñanza y adquisición de segundas lenguas
ABSTRACT:
The importance and influence of
extralinguistic factors in the acquisition of a second language has been a
focal point in recent research. Often times teachers recognize that the
educational materials and strategies used in the classroom do not have the
desired effects in cases where the student lacks a desire to obtain the
language, or whose attitude for the language needs to be stimulated. In this
article we analyze the factors external to the language that can help or hinder
the learning process. A survey with teachers and students who teach or learn
languages in Washington, D.C. sheds light on this subject.
KEY WORDS:
Extralinguistic
factors, affective variables, cognitive factors, affective factors, external
factors to learn languages, empathy, motivation, teaching and acquisition of
second languages.
Introducción
Entre
querer y poder hay un mundo de diferencias. Las intenciones y los buenos
deseos no siempre terminan por consolidar los objetivos trazados. Normalmente
los estudiantes buscan obtener el mayor éxito en sus proyectos, pero no todos
lo consiguen de igual manera. Si todos somos competentes para adquirir una
segunda lengua, ¿qué razones impiden que no se lleve a cabo? ¿qué
circunstancias extralingüísticas participan en el proceso de adquisición de una
lengua meta? y ¿qué factores determinan que el aprendizaje de la lengua se
lleve a cabo de manera efectiva?
En
la adquisición de una L2 el objetivo es conseguir una competencia lingüística
lo más cercana posible a una competencia nativa, dentro de un proceso que
involucra el contexto social y lingüístico. Ese proceso tiene características
que determinan su duración, sus posibilidades y dificultades; además de conocer
lo mejor posible a un elemento importante: el aprendiente. Cuanto más lo
conozcamos, mayores posibilidades tendremos de saber los factores que
condicionan su aprendizaje y así adoptar una mejor estrategia de enseñanza. A
ello se refiere Santos Gargallo (1999:22), al señalar que
a todos los profesores nos interesa profundizar en el
conocimiento del proceso de aprendizaje, es decir, en los factores
psico-afectivos, sociales, educativos, etc. que inciden en dicho proceso; ya
que cuánto más sepamos sobre este proceso, mejor podremos orientar el de
enseñanza, en el sentido de que contribuya a agilizar y facilitar el uso de la
nueva lengua.
Cada
ser humano tiene características inherentes que hacen asequible o difícil el
aprendizaje de una segunda lengua. Esas implicaciones son motivo de muchas
investigaciones como, por ejemplo, el realizado por Mercé Bernaus (2001: 80),
al hablar de tres factores:
a) Biológicos y psicológicos: la edad y
la personalidad
b) Cognitivos: la inteligencia,
aptitudes lingüísticas, estilos y estrategias de aprendizaje.
c) Afectivos: actitudes y motivación.
Existe
también el modelo integrador de H. Stern (1983:159), quien afirma que la
adquisición y la enseñanza de una segunda lengua es un fenómeno complejo y
propone las variantes o factores que la afectan. Entre otras menciona el
contexto sociolingüístico del aprendiz, sus características cognitivas y
afectivas, el sistema educativo que se utiliza para llevar a cabo el proceso de
aprendizaje, así como las condiciones que se presentan durante la exposición de
la lengua.
Este
modelo se sustenta en la utilización de las estrategias comunicativas para
facilitar y afianzar el uso de las estrategias de aprendizaje. Su marco teórico
tiene la aceptación de muchos profesores. En opinión de Mayor (1989: 37) los
factores que involucran a una persona en la adquisición de la 2a
lengua guardan relación con su carácter biológico y psicológico. “Las estructuras neuro-anatómicas (edad) y los mecanismos
neuro-funcionales pueden jugar un papel decisivo en el aprendizaje de una 2a
lengua, como lo hacen con la adquisición de la primera”. Otras variables significativas son
los factores cognitivos, factores afectivos y emocionales, en particular la ansiedad
y la personalidad. A todo ello, Mayor puntualiza que
en el proceso más específico de la adquisición- la enseñanza
y el aprendizaje- están representados someramente en los ejes verticales de las
esferas de influencia de ambos sujetos, atravesando las interacciones entre su
actividad, por un lado, y el sistema lingüístico, por el otro lado.
Hay
otros estudios se acercan más al proceso en que estamos involucrados. Son
factores que influyen en la adquisición de una segunda lengua y los agrupamos
en elementos lingüísticos y no lingüísticos. Estos factores están relacionados
con el estudiante, el profesor y el ambiente en que se desarrolla la clase de
español. Nuestra propuesta resulta de las experiencias que realizamos en las
aulas de un instituto de idiomas en Virginia, Estados Unidos. Es un trabajo
pedagógico destinado a estudiantes adultos que aprenden el español con fines
específicos y propósitos laborales para mejorar sus perspectivas profesionales.
1. Factores lingüísticos: Lengua materna (LM) y Lengua Objetivo o meta (LO)
1. 1. La lengua materna
La
lengua materna juega un papel importante en la adquisición de una segunda
lengua. En las investigaciones desarrolladas por Krashen, especialmente en su
denominada “Hipótesis del monitor”, nos aproxima a la idea de cómo la
adquisición de una L2 es relativamente invariable e igual al de una L1 (Lengua
materna). En esta línea, Rod Ellis (1997: 5) afirma que “la adquisición de la primera lengua se realiza de manera
natural y espontánea, mientras que el aprendizaje de una segunda, implica la
estructuración de un método para enseñar el código (el idioma) y una
metodología que se adecue a los participantes del proceso”. Ellis añade que
al asemejar el aprendizaje de una segunda lengua al proceso
de adquisición de la primera, los autores se favorecen con un método de
enseñanza natural, en el cual el idioma se enseña como un acto completo, en un
contexto social significativo.
Por lo demás, coincidimos con
Galindo Merino (2011:163), al señalar que
el hecho de servirse de la L1 en el aula no significa que se
convierta en la lengua dominante, sino que su empleo es recomendable dentro de
unos límites y para fines pedagógicos.
Muchos investigadores de adquisición
de lenguas y profesores de aula coinciden respecto a la mejor forma de
acercarse a una cultura ajena. Consideran que es fundamental partir de la
cultura propia, es decir, la cultura de la lengua materna y recurrir al
análisis contrastivo cuando los estudiantes son reacios a asimilar la cultura
de la lengua meta, y que es normal la aparición de errores de transferencia
pragmática. Por ello, hay quienes también afirman que la L1 puede provocar
confusiones o interferencias en el estudiante. Y en cierta medida tienen razón.
Muchos discentes angloparlantes cometen equivocaciones al relacionar palabras
de la LM que muchas veces tienen similitud en su escritura, pero el significado
es diferente. Por ejemplo, un estudiante al comentar sobre una lectura dijo:
● Mi relativo tuvo que exitar rápidamente para evitar el tráfico.
Obviamente él quiso decir “Mi familiar tuvo que salir rápidamente para evitar el tráfico. Otro ejemplo de confusión
utilizando palabras de una lengua materna es:
●Primero
fue una suspición, pero ya me he realizado de todo, todo. El estudiante
pretendió decir: primero fue una sospecha,
pero ya me he dado cuenta de todo,
todo (la palabra realize traducida al
español quiere decir “darse cuenta de” o “entenderlo claramente”.
●Un tercer
ejemplo podemos mencionar: Miró el menú y requestó
un pollo a la parrilla. Para beber electó
una copa de vino rojo. En esta oportunidad el estudiante quiso decir: miró
el menú y pidió un pollo a la
parrilla. Para beber eligió una copa
de vino rojo.
Estos errores[1] que
suponen una dificultad para los estudiantes de idiomas se les denomina “falsos
amigos”, una copia semántica del francés faux
–ami y que fue usado inicialmente por Koessler y Derocquigny (1928), citado
por Canon (1961:129). Muchas de estas equivocaciones se deben a una etimología
común que ha derivado en significados diferentes (inglés y español). Los
denominados “cognados” suelen aparecer durante el proceso de enseñanza
especialmente cuando son idiomas relacionados con su lengua materna, provocando
una interferencia lingüística. Otro ejemplo, la palabra burro que en la lengua española significa asno, en italiano significa mantequilla.
Estos falsos amigos son formas que
tienen similitud a nivel morfológico, pero difieren semánticamente.
Aunque muchos teóricos han desistido
de posturas radicales y coinciden que una L1 favorece la adquisición de una L2,
hay especial consenso cuando se trata de lenguas tipológicamente cercanas entre
sí. En esta circunstancia el concepto de transferencia
lingüística es determinante. Por ejemplo, creemos que una persona cuya L1
es la lengua española tiene muchas posibilidades de dominar el portugués o el
italiano.
Un estudiante angloamericano que
haya estudiado antes el portugués tendrá la posibilidad de aprender el
español-según los especialistas- en unos cuatro meses o 480 horas. Afianzará
sus conocimientos en dos meses más y al final de seis meses de trabajo
intensivo[2]
coronará con éxito su misión. Es asequible para el alumno conseguir un nivel 3
o en el mejor de los casos obtener un 3+ (los empleados norteamericanos que
laboran en las embajadas y consulados[3], deben
tener mínimo un nivel tres en el idioma que aprenden). Los niveles son
determinados por el Instituto del
Servicio Exterior (Foreign Service
Institute, FSI) de los Estados Unidos.
Esta apreciación fue corroborada
personalmente con cuatro estudiantes (tres hombres y una mujer) que tuvieron un
rápido aprendizaje y al final consiguieron aprobar su examen de manera
impecable. El nivel alcanzado en su competencia lingüística fue óptimo y ahora
trabajan en algún lugar de nuestra América hispana.
[1] El análisis de errores demostró que el análisis
contrastivo no era capaz de predecir la mayoría de ellos. Uno de los logros
destacados de la teoría del análisis de errores ha sido que muchas
incorrecciones son causadas por las deducciones erróneas de los estudiantes
sobre las reglas de la nueva lengua. El error se puede clasificar: por omisión,
por adicción, sustitutivo o relacionado con el orden de las palabras. Según el
nivel del lenguaje, los errores pueden ser: fonológicos por los errores que se
cometen en la forma y distribución de los fonemas; errores de vocabulario o de
léxico; errores sintácticos. Selinker (1974:35) señala cinco procesos
específicos en el aprendizaje de una L2: transferencia lingüística, la
transferencia de la formación, las estrategias de aprendizaje de una segunda
lengua, estrategias de comunicación en la segunda lengua y sobre-generalización
del material lingüístico.
[2] Estos
estudiantes participan de clases de inmersión para aprender lenguas romances en
un período de seis meses o 700 horas. Cada semana tienen clases “face to face”,
con una duración de 25 a 30 horas semanales.
[3] Los niveles son determinados por el Instituto de Servicio Exterior (FSI). El Nivel 1 es inicial. Nivel
2 es intermedio y Nivel 3 (entre B1 y B2 del MCERL), un intermedio superior.
Más adelante, daremos detalles y ampliaremos la información sobre la labor del
FSI de los Estados Unidos.
Teóricamente,
Schmid (1994: 109-120) plantea una hipótesis que la enmarca dentro de la
interlengua[4] y
del enfoque cognitivo. Sostiene que el aprendiz va elaborando su competencia en
una 2a lengua utilizando algunas estrategias, tres de las cuales son
dignas de resaltar:
a)
Aquella caracterizada por la congruencia, donde el aprendiz relaciona elementos
y un conjunto de estructuras similares entre la L1 y la L2 en los diferentes
niveles del sistema. Luego intenta una consabida transferencia de formas de la
Lengua Materna a la Segunda Lengua, al considerarlas semejantes.
b)
Otra es la correspondencia, que relaciona las formas y reglas de la L2 con las
de una L1 y viceversa, permitiendo mediante la comparación, la práctica de las
reglas de conversión L1-L2.
c)
Una tercera acción meditada es la diferencia. Aquí se descubren elementos y
estructuras divergentes entre la L1 y la L2.
Estas estrategias no siempre
conducen al camino correcto y muchas veces el estudiante toma formas y
estructuras de la L1 distintas de la L2 o incluso inexistentes en la lengua
objetivo. No obstante, hablando del aprendizaje de lenguas que guardan
afinidad, Calvi (1999: 29) entiende que “la
cercanía entre las lenguas interesadas crea una situación de partida muy
peculiar, una especie de plataforma que pone al aprendiz en un nivel de
inter-lengua bastante más avanzado que en el caso de las lenguas distantes”, y añade seguidamente que
esta facilidad se puede convertir a veces en un arma de
doble filo, debido a que el aprendiz –al recurrir a la transferencia- limita su
esfuerzo cognitivo, con lo que también detiene el desarrollo de su competencia,
incluso que sus errores persistan.
La
lengua materna es un punto de apoyo para iniciar cualquier aprendizaje de una 2a
lengua. Así lo considera Butzkamm (2003:33)
cuando postula una teoría que
restaura la lengua materna al lugar que le corresponde como
el aliado más importante que puede tener un idioma extranjero, que, al mismo
tiempo, redimiría unos 2000 años de enseñanza documentada de lenguas
extranjeras, que siempre ha tenido la madre lengua en alta estima. La lengua
materna es, para todas las materias escolares, incluidas las lecciones de
lengua extranjera, el aliado más fuerte de un niño y, por lo tanto, debe
utilizarse sistemáticamente.
Hay ciertamente muchas
interferencias de la L1 a la L2 que deben ser observadas a tiempo. A este respecto,
señala Lado (1957:2) que “los individuos tienden a transferir
las formas y significados, y la distribución de formas y significados de su
lengua y cultura nativa a la lengua y cultura extranjeras cuando intentan
comprender y entender el idioma y la cultura como lo predicen los nativos”.
[4] Se conoce
por interlengua el tipo de lengua
producido por quien aprende una L2 durante el proceso de aprendizaje de dicha
lengua (Richards, Platt y Platt 1997: 222). Está caracterizado por ser un
sistema individual, propio de cada aprendiente; ser autónomo y regirse por sus
propias reglas; ser sistemático y a la vez variable; y estar en constante
evolución. Para muchos, la interlengua
media entre el sistema de la lengua materna y el de la lengua, objetivo del
aprendiente.
1.2. La lengua Objetivo (LO)
En
didáctica de las lenguas se utiliza lengua
objetivo para referirse a la lengua que constituye el propósito de
aprendizaje. Puede ser en un contexto formal de aprendizaje o en uno natural.
Es conocido con los términos LE o lengua extranjera, pero también como L2,
segunda lengua. Se excluye el término lengua materna o L1 porque se
contraponen.
Las
definiciones de LE y L2 podrían estar mejor conceptualizadas si adicionamos el
matiz efectivo y la perspectiva propia del estudiante, como lo señala Di Franco
(2005: 280):
de este modo, la L2 sería la lengua más próxima a la L1,
concebida como sustituta cercana de la lengua materna, y estrechamente
relacionada con los ámbitos de trabajo y estudio, sobre todo. Por el contrario,
la LE no deja de ser “extranjera” si el aprendiente no siente un acercamiento
cultural verdadero ni una identificación con los hablantes de la lengua que
está aprendiendo.
Podemos
conceptualizar mejor la lengua objetivo si la ubicamos dentro de una
comprensión del aprendizaje lingüístico que considera la relación de
continuidad que existe entre el desarrollo de las competencias discursivas y
lingüísticas en un idioma diferente del materno y el desarrollo paralelo de las
competencias socioculturales, como señalan López Valero y Encabo Fernández
(2006:79-81).
Las
razones que motivan a un aprendiente a dominar una LO son en su mayoría de
índole personal, laboral, social o profesional. Parte de esta motivación tiene
que ver también con el prestigio y el espacio que ocupa la LO en la sociedad y
el mundo afectivo que rodea al aprendiz. MacDonald (1993) y Wong-Fillmore
(1985), citados por Moeller[5]
(2013:22), afirman que el uso de la lengua objetivo generará una mayor
motivación a medida que los estudiantes se den cuenta de su utilidad inmediata.
Una
clave que ha de considerarse viene dada por la siguiente pregunta: ¿qué
factores son más fáciles o difíciles para aprender la lengua objetivo? No hay
duda que hay factores que debemos tener en cuenta, como la proximidad del
idioma nativo con la 2a lengua, la complejidad que resulte del
aprendizaje, las horas de dedicación exclusiva y los recursos disponibles para
aprender, entre otros. Dufeu (1994:89-90) dice, al respecto, que hay que crear
un ambiente seguro para que los discentes puedan intentar el dominio de la
lengua en medio de “un marco afectivo amplio para
superar la ansiedad del alumno de aprender el idioma de destino".
Hay
lenguas emparentadas o fáciles cuyo nivel de afianzamiento, apoyado de ciertos
factores no lingüísticos, posibilitan el camino para dominarlas en un tiempo
menor. Derivan del latín y, por tanto, son más asequibles. Mencionaremos que el
español junto al portugués, francés, italiano y rumano son consideradas lenguas
romances. Otras lenguas como el sueco, noruego y neerlandés guardan cierta
relación con el inglés y todas ellas pueden ser asimiladas en seis meses o
entre 600 y 700 horas.
Estos idiomas romances resultan
menos complejos en su aprendizaje. Lenguas con dificultad media son el hindi,
ruso, vietnamita, turco, polaco, tailandés, serbio, griego y hebreo. El
aprendiz adulto que toma unas 30 horas semanales de clases alcanzará el
objetivo entre nueve y doce meses dependiendo de otros factores que
disertaremos más adelante.
Idiomas difíciles son el árabe,
chino, japonés y coreano. Estudios realizados refieren que el árabe posee pocas palabras parecidas a
las lenguas europeas y que el árabe escrito tiene un menor número de vocales,
complicando la lectura del idioma. En cuanto al chino, se dice que es un
lenguaje “tonal” pues el significado de una palabra cambia en función del tono
con que se pronuncia. Además, los caracteres y sistema de escritura resultan
complejos.
El japonés tiene las mismas
dificultades del chino en la medida que se debe memorizar miles de caracteres.
Adicionalmente tiene tres sistemas diferentes de escritura y dos sistemas de
sílabas. Finalmente, el coreano
cuenta con estructuras de oraciones y sintácticas distintas, y las
conjugaciones verbales hacen más complicada la tarea de aprendizaje. El coreano
escrito se basa también en ciertos caracteres de la lengua china. Para dominar
estas lenguas el discente utilizará según FSI unas dos mil doscientas horas. Si
las clases intensivas son de 25 horas por semana, se estima que en 88 semanas o
casi dos años el aprendiente dominará chino, árabe, japonés o coreano.
Junto a la lengua materna y la
lengua objetivo es importante también tener en cuenta el ambiente lingüístico como una condición en el proceso de
aprendizaje, que según los teóricos puede ser formal o natural, guiado o mixto.
De Marco y M. Wetter (2000: 37-41) dicen que
el ambiente lingüístico
formal es espontáneo y se da cuando una L2 se aprende en un contexto donde
una L2 se usa en situaciones comunicativas auténticas. En el ambiente guiado la L2 se aprende en un contexto
académico, el input lingüístico está acorde a unos detalles especiales como el
aula, horas de clase. El aprendizaje mixto
mezcla las dos anteriores. En los adultos, cuando la familiarización con la
lengua objetivo se asimila en un ambiente lingüístico formal, puede ser útil
toda vez que ellos prefieren ser conscientes de lo que están aprendiendo. Les
encanta resolver su curiosidad respecto de la lengua nueva y el entorno en que
se van a desarrollar: aula, estilo de trabajo, formas de explicar y el material
pedagógico.
Cuando los adultos deciden continuar
con su formación y eligen el aprendizaje de una lengua extranjera por un fin
laboral o por considerarlo un plus en su desarrollo profesional o académico,
dan muestras mínimas de dificultad en ese proceso. Tienen un análisis de las
percepciones, creencias y representaciones sociales de los actores del proceso
(docentes y alumnos) dentro de una perspectiva cognitiva. El estudiante trabaja
sobre las habilidades fonéticas, la habilidad para memorizar y aprende por asociación
las palabras con mucha motivación y aptitud. El aprendizaje de la L2 va de la
mano con el éxito, el aprendiente tiene un desempeño próximo a un
nativo en términos léxicos, gramaticales y fonológicos (Hyltesntam &
Abrahamson 2005:407)
[5] Moeller recomienda el uso de la L1 para mediar
en “el aprendizaje de la lengua objetivo, pues crea un ambiente de aprendizaje
más efectivo (2013:23)
Castro
Gavelán, Luis A. (2019): “Factores que influyen en la adquisición de una L2
en adultos”. Blog DIDACTICA ELE pp. 1-81
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